Indignado me hallo ante la última gilipollez que ha salido de la plaza de la villa. Llevamos un montón de años aguantando las obras que invaden la capital. Reconozco que son necesarias (algunas) y que no nos queda otra que aguantarnos. Pero hay una cosa que no soporto y que no pienso aceptar, y esa cosa es que me llamen imbécil.
Es cierto que hay mucho dominguero suelto que no sabe conducir o conduce mal. Esto puede ser debido a la falta de práctica o a que sus cualidades como conductor dejan mucho que desear. Pero lo que es seguro, y no puede caber duda de ello, es que no puede deberse a que no sabe utilizar una carretera.
Las carreteras no tienen manual de instrucciones, son carreteras, no productos tecnológicos. Por eso, cuando la señora Pilar Martínez dice que la M30 se atasca porque los automovilistas no sabemos usarla, me indigna.
Pero no os preocupéis, nuestro querido señor Gallardón, en su afán por hacernos las vida más fácil, va a editar un manual para aprender a usar la M30. No quiero pensar en que tenga algún amigo editor, o en alguna imprenta. Creo recordar, que España es un país miembro de la UE, que si no me equivoco está formada por 25 países. Si a eso le sumamos que somos el segundo país en el ranking de visitados del mundo, no puedo evitar que una pregunta me ronde la cabeza: ¿Va a mandar el manual a todos los países que de una manera u otra tengan usuarios potenciales de la M30 entre sus habitantes?
Dejen ya de decir estupideces. Si inaguras un tramo de la mencionada carretera antes de que esté completamente terminado, en un intento deseperado de que todo esté concluído antes de las elecciones, sólo puede pasar una cosa: que no funcione bien!
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